España se convirtió en
1931 en
República (la primera población en proclamarla fue la de
Éibar, en Guipúzcoa), y muy pronto
Cataluña (otra región española en la que también ha existido un movimiento regionalista fuerte) obtuvo su autogobierno. Sin embargo, los vascos tuvieron que esperar hasta ya comenzada la
Guerra Civil Española para obtener su primer Estatuto.
Tras el alzamiento en
1936 de parte del ejército apoyado por los partidos del espectro político de la derecha, se inicia la guerra civil y los territorios vascos y navarros quedaron divididos entre los dos bandos: Álava y Navarra permanecen adscritas a los insurgentes y Guipúzcoa y Vizcaya fieles a la legalidad republicana, por lo que hubo vascos en los dos bandos de la Guerra Civil, aunque la mayoría de la población (Vizcaya) permaneció leal a la República.
Los alzados esperaban que el PNV, por su talante conservador y cristiano, se uniera a ellos, cosa que no sucedió, aun cuando esta posibilidad fuese valorada hasta el último momento en el seno del partido. En Vizcaya y Guipúzcoa, el PNV se declara partidario de la República, mientras que en Navarra y Álava hay posturas encontradas, desde declaraciones de neutralidad en el conflicto, hasta adhesiones más o menos forzadas al alzamiento, como la atribuida a
Arturo Campión en el
Diario de Navarra tras la toma de San Sebastián por las columnas navarras
[1] o las exigidas a Javier de Landaburu en
Álava.
[2] El hecho es que, hasta el 18 de agosto, un mes después de la sublevación, Mola no ordena la disolución de todos los organismos nacionalistas vascos.
[2]
En otoño de 1936, 15 sacerdotes vascos habían sido ejecutados por los nacionales por
incitar a la rebelión.
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